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Un debut de oro

A sus 20 años, Egoitz García Bañuelos, ese talento forjado en la academia del Uribealdea RKE, recibió la llamada que tanto esperaba. Las tardes de entreno en el ‘barro’, las incansables sesiones de gimnasio y los constantes sacrificios se han traducido en una experiencia internacional que el hoy campeón de Europa sub20 resume como ‘increíble’ e ‘impensable’. 

Foto: Anuar Gómez.

La llegada al primer equipo

Hay que remontarse dos temporadas atrás para datar la primera toma de contacto del polivalente tres cuartos con el primer plantel del Uribealdea. Fue en el partido de estreno de la campaña 2019/2020, ante el Ourense en La Coruña. Un debut de la mano de Aitor Etxebarria que creó un recuerdo que no se borra de la memoria de Egoitz: “debuté junto a otro compañero, Jon Herrero, y fíjate como ha pasado el tiempo, que han pasado ya dos años. Es ya la tercera temporada que voy a hacer en el primer equipo del Uribealdea y estoy encantado, la verdad”. 

Desde su llegada al senior del XV del eguzkilore, el internacional sub20 se ha revelado como un fijo en las formaciones iniciales, y ha ido tomando más galones con el paso de las temporadas: “todo esto viene fruto del trabajo que he hecho con la gente del club, con los recursos que me han dado los entrenadores que he tenido. Siempre he estado con los mismos compañeros con los que he crecido y progresado. Ahí se ve en el campo que luego estamos prácticamente los mismos luchando cada fin de semana y eso es un orgullo”.

La pandemia, un frenazo en seco

La llegada de la Covid-19 frenó en seco la progresión de un equipo que cotizaba al alza en una segunda vuelta de ensueño en el año del estreno de Egoitz. “En la ida creo que solo ganamos un partido o dos, y en la vuelta perdimos únicamente contra los dos colíderes que eran Getxo y Gernika”, afirma el jugador del Uribe. 

La situación excepcional marcada por la cuarentena obligó a los jugadores a adaptarse a una situación nunca antes vivida. Los entrenos y la preparación dieron un paso hacia la digitalización, y cada jugador vivió una realidad dispar: “yo creo que ahí cada jugador se tuvo que adaptar buenamente como pudo a la situación porque cada uno tenía los recursos que tenía”. Además, el jugador va más allá: “Fue prácticamente como empezar de cero en cuanto a rugby se refiere. Mucha gente no tenía esa posibilidad tanto económica como personal para seguir entrenando en casa o de seguir con esa formación. Yo creo que nos hemos amoldado bastante bien y aún seguimos luchando contra el tema de que la gente tiene que seguir bajando a entrenar, a seguir dando la cara”.

La llamada de la selección

Con un objetivo claro marcado en su mente, Egoitz apostó por luchar para lograr un billete para la internacionalidad. Su buen hacer en el Uribealdea se vio recompensado con una llamada para la concentración de los leones sub20 en Valladolid a finales de la pasada campaña: “yo cuando me planteé el tema de dedicarle mucho más tiempo, y de dedicarme al rugby, pues sacrifiqué bastantes cosas, entre ellas el tiempo libre. Y bueno, con todo esto que está pasando hace que valga la pena”. Y confiesa: “La experiencia que he vivido ha sido increíble, una auténtica locura. Nunca pensé que llegaría a eso. Yo creo que cada sacrificio tiene su recompensa tarde o temprano. Sí que han sido muchos los baches que he tenido en el camino, y bueno… aún queda mucho por luchar”.

A sabiendas de que este era su ‘último tren’ para poder disfrutar de la experiencia sub20, el jugador del Uribealdea mira al futuro con optimismo: “es una pena que ya la fecha de caducidad de la sub20 haya pasado, que este haya sido el último año, y que no se vaya a jugar el Trophy, sobre todo por los compañeros que se han trabajado ese lugar. Creo que para los del 2001 solo nos queda seguir trabajando  y mirarle cara a cara a la absoluta y dentro de unos años reunirnos allí”.

El Europeo sub20

“Un tanto agridulce”, así describe su convocatoria con los leones el prometedor jugador vizcaíno. Y es que, así como explica Egoitz, su entrada en la selección fue como reemplazo de un amigo: “Yo en principio no iba a estar convocado. Estaba como primer suplente, en esa lista iba a estar Erlantz Garmendia. A la vuelta del partido que jugamos en Palencia me comentó Luis Benito que Erlantz se había roto en el partido contra el Cisneros, y que había sufrido una lesión bastante gorda y que en su lugar iba a entrar yo. A mí, en lo personal, más que alegría me supo bastante mal por el simple hecho de que Erlantz es una persona que aprecio en lo rugbístico y en lo personal”. Además, el hoy campeón de Europa explica: “En parte estoy feliz por la oportunidad de poder disfrutar de una experiencia con la que cualquier persona que ama el rugby sueña, pero triste al mismo tiempo porque es un compañero que no va a poder disfrutar de esta temporada de rugby y que no ha podido disfrutar de esta oportunidad”.

La polivalencia del jugador vasco, que se desenvuelve con facilidad en cualquier puesto de la tres cuartos, supone un marcador diferencial y en la selección han podido disfrutar de ello: “realmente lo no esperado es que un jugador de 1’90 termine jugando de medio melé, pero si las necesidades del equipo son las que son, pues se cumple con ello. Sí que es verdad que el único puesto de la ¾ en el que me quedaba por jugar era de ala, y en la selección ha sido justo el puesto en el que me ha tocado jugar. La verdad es que me veo bastante feliz con el trabajo que he hecho ahí, dando la cara contra las selecciones que hemos jugado que para nada han sido fáciles”.

Tras una breve concentración en Valladolid, y su posterior viaje a Portugal, el debut de Egoitz en el europeo no se hizo esperar. Fue en el primer partido, ante Alemania: “Creo que fueron 16 minutos. La verdad es que entré como un flan al campo. Sinceramente, ni me imaginaba el poder marcar un ensayo, y vaya ensayo… gracias a los compañeros, que parecen fiyianos, pude ensayar. La verdad es que estoy muy contento por el debut y por el ensayo. Ha sido una experiencia increíble”. 

Valorando de forma más que positiva la experiencia, Egoitz explica que todo lo vivido es “un paso más en el aprendizaje hacia lo que tenga que venir. Para mi yo creo que es un punto de inflexión. Tengo que valorar lo que he vivido y de esta manera intentar llegar a las personas que tengo a mi alrededor, tanto los chavales de la escuela, como jugadores del primer equipo, para seguir motivándolos y para seguir metiéndoles en la cabeza que tenemos que seguir trabajando y seguir luchando por el objetivo que cada uno tenga”. 

En cuanto a la presente campaña se refiere, el trabajo, la constancia, y la entrega por la camiseta están más que aseguradas por parte de un jugador que aspira a dejar al Uribealdea en lo más alto.

Anuar Gómez.

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